Vistiendo prendas blancas, familiares y amigos de Juliana Giraldo llegaron hasta la funeraria El Milagroso, localizada en el municipio de Jamundí, para darle el último adiós a esta mujer trans que murió a manos de un soldado que disparó su arma en una carretera de Miranda, Cauca.
Las principales calles del municipio que la vio crecer, sirvieron para rendirle un homenaje y hacer un llamado a la reconciliación. Globos, pancartas, banderas blancas y de la comunidad LGBTI, también tomaron protagonismo, mientras con paso pausado, cientos de personas seguían su marcha hasta el cementerio central de la localidad, donde reposaría el cuerpo de Juliana.
Con su rostro triste y cansado, Gloria expresó que nunca se imaginó que regresaría al país del cual partió hace 7 años, para darle el último adiós a Juli, como le decía de cariño a su hija. “Tenía miedo de llegar, duele mucho y me parece mentira que sea mi hija la que está en ese ataúd, ya la toqué, ya la vi pero me parece mentira, a pesar de todo he estado tranquila y siempre desde el jueves que me enteré de su muerte he estado acompañada, tanto de personas que me conocen como las que no, en el avión cuando las personas se daban cuenta quien era, me daban un mensaje de apoyo y solidaridad”, manifestó Gloria.
En medio del homenaje, reiteró que perdona al soldado que le disparó a su hija y considera que él es quien menos tiene la culpa de lo sucedido. “Claro que hay culpables en este asesinato, pero para mí la persona menos culpable es el soldado que mató a mi hija, yo que he vivido en el campo, he visto como ellos sufren, el hambre que deben aguantar, las condiciones en que los tienen, la presión, el maltrato, las humillaciones a las que lo someten, yo he visto todo eso”, dijo.
Agregó que son jóvenes que están empezando a vivir y “es una lástima que los lleven a pagar servicio gratis, que los lleven a matar, no se justifica esto, son muchachos que no les dan un entrenamiento que fortalezca sus valores y los meten al monte así con hambre y con frío, con temor porque son muchachos que no están acostumbrados a la guerra”.
La muerte de Juliana, que se presentó durante un procedimiento del Ejército en Miranda, Cauca, convocó no solo a sus seres queridos, sino también a miembros de la comunidad LGBTI, quienes aprovecharon el momento para alzar su voz de protesta y pedir respeto para que no sigan siendo objetos de burlas.
Finalmente Francisco Larrañaga, su esposo y quien no se despegó del féretro, manifestó que no guarda rencor hacia el soldado que disparó contra su esposa y que todo lo dejará en manos de Dios para que vuelva la tranquilidad a su vida. La caravana culminó en el cementerio central de Jamundí, donde reposará el cuerpo de Juliana, aquella mujer soñadora, trabajadora y amiga de muchos, cualidades con las que será recordada.