Los humedales son ecosistemas reguladores del aire y protegen de inundaciones las zonas aledañas a su ubicación, son algo así como los riñones del planeta, y todos sabemos la importancia de cuidar nuestros riñones ¿verdad? Estos ecosistemas tan importantes y fundamentales en el funcionamiento de esta ciudad capitalina, son ignorados por la mayoría de sus beneficiarios.
En los humedales hay una diversidad increíble de aves, hay hermosas criaturas como los las serpientes sabaneras, tienen todo un mundo de árboles y vegetación, además de paisajes espectaculares formados por sus espejos de agua.
A pesar de tener miles de cualidades, cosas como «La Reserva Fontanar» en el humedal La Conejera siguen pasando. Los humedales sufren invasiones, vertimientos, inseguridad y construcciones monstruosas como la Av. ALO. Estos ecosistemas han pasado por cientos de situaciones, es una lucha que sean reconocidos y cuando por fin lo logran, hay otra lucha para ser protegidos.
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Se ha vuelto muy común la lucha por parte de los jóvenes y las organizaciones sociales y ambientales para proteger los recursos medioambientales de Bogotá y sus alrededores, generando una serie de movimientos que se han organizado para evitar que las grandes constructoras y los proyectos de la alcaldía y otras organizaciones gubernamentales, públicas y privadas, afecten y deterioren aún más la vegetación y la naturaleza en la capital.

Las instituciones que se encargan del cuidado y mantenimiento de los humedales se están quedando cortos a la hora de actuar, a pesar de que las personas que trabajan allí son un amor absoluto a la hora de hablar de su humedal, a la institución le sigue faltando hacer algo para transformar la realidad de estos ecosistemas.
Los humedales no paran de luchar y necesitan defensores que se unan a su lucha, necesitan dolientes y, sobre todo, necesitan gente que actúe. Pues de palabras bonitas están hechas las políticas de las instituciones que no son nada operativas, así que actuar se convierte en la mejor revolución.
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En el humedal La Conejera inició la defensa por las esponjas de la cuenca media del río Bogotá. Una fundación, conformada por vecinos, amas de casa y expertos, no solo salvó al ecosistema de los escombros, sino que sirvió como cuna para otros líderes ambientales de la capital.
Nota: Este contenido periodístico se realiza de manera voluntaria y publica para sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado de humedales y rio Bogotá más importante de la sabana.
Este panorama corresponde al humedal La Conejera, 58,8 hectáreas de la localidad de Suba donde habitan 145 especies de aves, 11 de mamíferos y 253 de plantas acuáticas y terrestres como la margarita del pantano, una flor que en el mundo sólo sobrevive en este terruño del norte de Bogotá.

Conocer para cuidar
Muchas de las personas que apoyan esta causa evidenciaron que la Conejera aún era un hervidero de biodiversidad. Nos tomamos los humedales con personas que no conocían de la maravilla que tenemos, El canto nocturno de las aves llevó a Carlos Paez a recorrer la zona pantanosa junto a su esposa y su hija, Sara Valentina, La familia se encontró con un paraíso biodiverso gobernado por la avifauna.
Desde que la Fundación La Conejera empezó su dura batalla por salvar el humedal en los años 90, el ecosistema se convirtió en la cuna del movimiento ambiental comunitario en la capital del país.
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“Desde nuestros inicios empezamos a hacer educación ambiental con talleres para los niños de colegio. Hacíamos muchos recorridos interpretativos con los pequeños, lo que convirtió a La Conejera en un aula ambiental abierta. Siempre hemos recalcado que lo que no se conoce no es posible defenderlo”, dice Galindo.
En esos recorridos educativos empezaron a llegar ciudadanos preocupados por los escombros que agobiaban a otros humedales de la ciudad. “Los capacitamos y dimos línea para que su lucha contra los urbanizadores fuera efectiva. Pero era tal la cantidad de gente que llegaba que no dábamos abasto”.

En la capital del país surgen cada vez más defensores y colectivos interesados en luchar por los humedales. “Sin embargo, se requiere de una especie de empalme entre las nuevas generaciones y los de la vieja guardia. Hay que llegar a un diálogo intergeneracional como el que se hacía antes cada año, un encuentro que llegó a su fin desde que la Secretaría de Ambiente administra los humedales”.
En esos encuentros anuales, los líderes contaban las acciones y estrategias que hacían en los humedales. “Tenían voz tanto los que llevaban más tiempo como los grupos nuevos. Si logramos eso, además de bajarle un poco a los egos de los nuevos colectivos, nos podemos volver a unir como movimiento y lograr grandes cosas por los humedales de la capital”, concluye algunos usuarios defensores de los humedales.
Por Diego Felipe Arias